No Hay Condena Divina
La Divinidad no condena ni castiga, siempre perdona y
tiene la mano tendida para ayudar, pues todos somos iguales para ella. Pero es
nuestra decisión aceptar o no la ayuda.
La Divinidad respeta nuestro libre albedrío. Solo podemos
aceptar su ayuda si así lo queremos, de lo contrario se limitará a seguir
dándonos mensajes para que podamos recapacitar. Pero en el momento que
aceptemos su mensaje de ayuda nos recompensará por cada uno de los logros que
vayamos consiguiendo, incentivándonos a seguir adelante por el camino correcto.
Si esto es así, ¿por qué existe entonces el mal y el
sufrimiento en personas inocentes? Para empezar tenemos que entender que el
bien y el mal son conceptos subjetivos que utilizamos para expresar nuestro
punto de vista sobre algo. No existe una definición concluyente de que está
bien y de que está mal, porque se trata de conceptos relativos que cada persona
usa para indicar si una cosa le gusta (bien) o no lo gusta (mal), y al tratarse
por tanto de un gusto, podemos aplicar el dicho “sobre gustos no hay nada
escrito”, lo cual quiere decir que todo depende del punto de vista que tenga
sobre algo una persona o colectivo. Por tanto, con esta explicación queda
invalidado el uso de los términos bien y mal como medidores objetivos.
La vida está llena de ejemplos de cosas que para unas
personas están bien y para otras están mal. Un ejemplo muy común es la lluvia,
la cual viene bien para algunos (como los agricultores) y mal para otros (como
los domingueros), y por ello se suele decir que “nunca llueve al gusto de
todos”.
Quedando anulados el bien y el mal nos quedaría el
sufrimiento, y como ya dijimos en el tema “¿Sufrimiento
Inmerecido?”, este cesa en el momento en que lo aceptamos y dejamos de
luchar contra el. Por lo que el sufrimiento también queda anulado.
¿Y qué nos queda entonces? La paz, la felicidad eterna.
Es así de fácil, lo que pasa es que la razón, o mejor
dicho el ego, se empeña en no aceptar, condenar y buscar culpables fuera de
nosotros, apareciendo entonces en nuestra mente el concepto imaginario del mal.
Y decimos imaginario porque solo existe en nuestra imaginación, en nuestra
mente. El mal no existe más allá de
nuestra cabeza.
Como ya sabemos, hemos venido a la tierra para evolucionar en espíritu, y ¿cómo se consigue? doblegando al sufrimiento. Por ello, todos los seres humanos sufriremos hasta que consigamos vencer al ego y desapegarnos de lo material.
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